Según MinSalud, son un grupo de infecciones causadas por los virus de las Hepatitis A, B, C, D y E; produce inflamación en el hígado y en algunos casos puede tener complicaciones o volverse crónicas. Tienen diferentes formas de transmisión, duración, prevención, diagnóstico y tratamiento según el tipo de Hepatitis que se presente.
Las Hepatitis A y E no tienen un tratamiento específico y requieren en la mayoría de los casos reposo en casa. Por otro lado, las Hepatitis B y C son tratables y el éxito de este tratamiento depende del estudio en que se diagnostique y los medicamentos que se utilicen.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo hay aproximadamente 325 millones de personas que viven con hepatitis B y C, y cada año se producen 1,3 millones de muertes relacionadas con estas enfermedades. En Colombia, se estima que alrededor del 2,5% de la población tiene hepatitis B y aproximadamente el 1,5% tiene hepatitis C.
La hepatitis B y C son causadas por un virus que se transmite por contacto con la sangre (en su mayoría por vía parental) o líquidos corporales infectados. Ambas enfermedades pueden ser agudas o crónicas, y pueden causar daños irreversibles en el hígado.
Todas las personas son susceptibles de contraer la infección por el virus de Hepatitis B, con excepción de quienes tengan su esquema de vacunación completo o quienes hayan tenido una infección. El antígeno de superficie para este virus se ha encontrado en la totalidad de fluidos corporales, pero solo la sangre, saliva y semen de pacientes infectados han demostrado ser infecciosos. Es por esta razón que el papel de estos fluidos en la infección no se encuentra totalmente definido.
Existen 4 mecanismos documentados para la transmisión de la Hepatitis B, siendo la transmisión vertical (De la madre al niño); los otros mecanismos hacen referencia a contactos con fluidos sexuales, sanguíneos y otros fluidos corporales.
Se identifican algunos grupos claves en la población quienes podrían tener un riesgo mayor de adquirir la infección: Mujeres Gestantes, Recién Nacidos, contactos estrechos de personas infectadas, personas que utilizan la vía inyectable sin tener en cuenta medidas de bioseguridad y las personas que no utilizan preservativo en sus relaciones sexuales.
La Hepatitis C se propaga mediante el contacto con la sangre infectada en la mayoría de los casos documentados. Las agujas, lancetas, jeringuillas y demás cortopunzantes son los principales elementos que propagan esta infección. También existe un riesgo de transmisión vertical, pero mucho menor que el evidenciado en la Hepatitis B.
Te recomendamos leer: ¿Por qué es importante vacunar a los niños?
Los grupos clave o de riesgo para ser portador o contraer la infección por Hepatitis C son: Personas que hayan recibido transfusiones de sangre, derivados sanguíneos o trasplante de órganos antes de 1992, personas con riesgo ocupacional, es decir, personas que por su actividad laboral tienen contacto con elementos corto punzantes que podrían estar contaminados (médicos, enfermeras, tatuadores, personas que manipulan desechos biomédicos, etc.)
Las hepatitis B y C pueden ser silenciosas durante años antes de que aparezcan síntomas graves. El diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno son cruciales para prevenir complicaciones graves.
El tratamiento de la hepatitis B y C puede incluir medicamentos antivirales, cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, también es importante tener buena higiene en el día a día, como:
¡Es importante buscar atención médica temprana para reducir el riesgo de complicaciones!
Recuerda que la mejor forma para prevenir las hepatitis es cumplir con el esquema de vacunación y especialmente el de tus hijos, con tu Plan de Beneficios en Salud (PBS) te acompañamos con una atención integral y de calidad.
¡Juntos contra la Hepatitis!